La persona indígena procesada tiene el derecho a ser juzgada en tribunales paritarios por miembros indígenas

Estamos sobreviviendo en tiempos tormentosos, donde nuestra prioridad es proteger nuestra salud y la vida misma, pues nos damos cuenta, ahora, que la vida es efímera, frágil, capaz de flagelar y terminar en un segundo. Todas aquellas cosas que parecían importantes y que no podían parar tuvieron que paralizarse, siguiendo las recomendaciones y protocolos de salud para evitar contagiarnos de esta pandemia que para algunos sería fatal si llegáramos a enfermarnos.

Así, también los problemas sociales tan graves que nos aquejan, como el feminicidio, la pobreza, la discriminación, la desigualdad social o cualesquiera otras formas de violencia que se manifiesta en nuestra sociedad, que representa en su conjunto una pandemia igual de letal que el Covid 19, no nos llega a aterrorizar tanto y hasta nos tornábamos indiferentes ante ello.  ¿Qué deberá pasar para detenernos y reflexionar conscientemente, sobre como frenar la pandemia de la desigualdad y el racismo en nuestra sociedad?

Justamente, el Coronavirus del racismo y la discriminación hacia los grupos sociales menos favorecidos ha existido desde siempre, convivimos diariamente con ello y hemos sido indiferentes, tal es el caso de la gente indígena que enfrenta un sistema de justicia violento, no acorde a la realidad de una nación pluricultural como el nuestro. Los asuntos jurídicos son tramitados y resueltos de forma cada vez más desafortunada, no solo porque la cultura y la lengua se convierten en barreras difíciles de soportar, sino aunado a ello la insensibilidad y poca empatía de los operadores jurídicos se hacen presente.
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El acceso a la procuración e impartición de justicia se vuelve un reto cuando encontramos asuntos donde están implicadas personas indígenas, pues a pesar, de que nacimos en el común territorio nacional y gozamos de iure de todos los derechos consagrados en las leyes nacionales, lo cierto es que sigue prevaleciendo el virus de la exclusión y negación del “otro”. Los discursos de “arriba los pobres, los indígenas”, “igualdad sin discriminación”, etc. siguen siendo eso, meramente discursos de políticos y “activistas sociales (polítizados)”, que seguirán pronunciando tales frases sin aperturar cambios en la realidad del “otro”.

La gente indígena procesada tiene el derecho a ser juzgada en tribunales paritarios por miembros indígenas, la gente indígena tiene el derecho innegable de acceder a la jurisdicción estatal efectiva, donde no solo sean asistidos por interpretes profesionalizados o defendidos por abogados indígenas, sino que también tienen el derecho fundamental de ser juzgados por tribunales donde haya miembros indígenas.

Asimismo, los profesionistas indígenas gozan de la calidad de ser ciudadanos y, por consiguiente, el derecho para desempeñar un papel en la estructura del poder político-jurídico mexicana. Y, en la medida en que no se establezcan estas condiciones de igualdad, sin discriminación, seguiremos enfermos del coronavirus del racismo y menosprecio a las personas indígenas que tanto hiere y aflige a las poblaciones indígenas.  





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