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Mostrando entradas de enero, 2016
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“Mi padre: Inmigrante en su propio país ” Pasaron ya más de veinte años cuando mi padre dejó su tierra y su familia para alcanzar sus sueños, que va!, sus sueños no, sino para sobrevivir!, me sorprende su valentía y tenacidad, pues a pesar de las adversidades y los obstáculos supo como sacar adelante a su familia. Migró del lejano pueblo a la frontera y después de la frontera a los Estados Unidos, digo me sorprende su valentía, pues, a pesar de no entender ni una sola palabra en inglés y de su escaso español tuvo el valor y el coraje de enfrentarse a un país que desconocía totalmente. Mi padre no es el único caso de hombres que tienen que migrar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, sin embargo, hay algo particular en su caso, y no lo digo solo porque sea mi padre, sino por la forma en que ha salido adelante, la forma en que ha marchado de su pueblo y ha llegado a un país extranjero sin conocimiento alguno del  idioma que mayoritariamente se habla en su paí
          “El día después del día” Nada vieron mis pupilas de sangre enlutada, Más sentí y olí la respiración de un pueblo habitado, Pude haber soñado, pero recuerdo perfecto y claramente Ese olor a tronco recién cortado por mi padre, Y el sabor a tortillas de maíz hechas por mi madre. El aire suelta esos olores a árbol de chirimoya y café de olla, A que hora salí de mi pueblo, pregunté, cuando desperté. Toqué mi cara cuando el sol me quemaba por dentro, Subí a la montaña y bajé al río para estar adentro. Voltee y ahí estaban, Míxtecos y Zapotecos bailaban, Mientras los músicos tocaban y tomaban mezcal, Todos en el alboroto de la fiesta, Pues, recordé que era 30 de noviembre, fiesta del santo patrono. Mi ropa olía a leña y al nixtamalero, Estaba mi abuelo tejiendo sombrero de palma, Mi abuela prendiendo y alistando el comal, Escuché las gallinas, las vacas y dormí. Pero un día después del día, desperté, Ya no en el petate, ni con los olores del pueblo, Abrí mis ojos y ya