“El día después del día”
Nada vieron mis pupilas de sangre enlutada,
Más sentí y olí la respiración de un pueblo habitado,
Pude haber soñado, pero recuerdo perfecto y claramente
Ese olor a tronco recién cortado por mi padre,
Y el sabor a tortillas de maíz hechas por mi madre.
Más sentí y olí la respiración de un pueblo habitado,
Pude haber soñado, pero recuerdo perfecto y claramente
Ese olor a tronco recién cortado por mi padre,
Y el sabor a tortillas de maíz hechas por mi madre.
El aire suelta esos olores a árbol de chirimoya y café de olla,
A que hora salí de mi pueblo, pregunté, cuando desperté.
Toqué mi cara cuando el sol me quemaba por dentro,
Subí a la montaña y bajé al río para estar adentro.
A que hora salí de mi pueblo, pregunté, cuando desperté.
Toqué mi cara cuando el sol me quemaba por dentro,
Subí a la montaña y bajé al río para estar adentro.
Voltee y ahí estaban, Míxtecos y Zapotecos bailaban,
Mientras los músicos tocaban y tomaban mezcal,
Todos en el alboroto de la fiesta,
Pues, recordé que era 30 de noviembre, fiesta del santo patrono.
Mientras los músicos tocaban y tomaban mezcal,
Todos en el alboroto de la fiesta,
Pues, recordé que era 30 de noviembre, fiesta del santo patrono.
Mi ropa olía a leña y al nixtamalero,
Estaba mi abuelo tejiendo sombrero de palma,
Mi abuela prendiendo y alistando el comal,
Escuché las gallinas, las vacas y dormí.
Estaba mi abuelo tejiendo sombrero de palma,
Mi abuela prendiendo y alistando el comal,
Escuché las gallinas, las vacas y dormí.
Pero un día después del día, desperté,
Ya no en el petate, ni con los olores del pueblo,
Abrí mis ojos y ya no vieron la tierra,
Ya no en el petate, ni con los olores del pueblo,
Abrí mis ojos y ya no vieron la tierra,
Más vieron el cielo y otros colores,
Recordé que ya no estaba en el pueblo, pues estaba en la ciudad.
Recordé que ya no estaba en el pueblo, pues estaba en la ciudad.
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